Amanecer en el Río de la Plata.
¿Es azul el cielo?. ¿El río posee un tinte marrón? ... Nuestra mente siempre tiende a encasillar y simplificar las cosas, dejando de lado una riqueza de colores y texturas increíbles.
Preferimos vivir en automático, formateando nuestros pensamientos y acciones en base a un archivo de recuerdos predefinidos; descartando la información que nos brinda una realidad siempre cambiante.
Así nos sucede con nuestras relaciones. Formamos parte de una coreografía donde cada uno encarna un determinado personaje. Creemos que la coherencia de nuestras acciones es siempre una virtud, en vez de una cristalización que mata a la creatividad.
Cuando empezamos una discusión, ya sabemos que vamos a decir, que nos contestará nuestro interlocutor y como terminará el drama planteado. Y siempre repetimos la misma película... Por eso tenemos tan poco contacto real con nuestros semejantes.
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