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El proceso de conocimiento, la búsqueda espiritual y sus implicancias astrológicas.

El Principio Hermético de Polaridad (1) nos enseña que en cada cosa hay dos polos, y que los opuestos son en realidad, dos extremos de una misma cosa, consistiendo la única diferencia entre ellos, simplemente en una cuestión de diversos grados. Así el calor y el frío aunque opuestos, son realmente lo mismo.

Si bien podemos comprender mentalmente este concepto, es evidente que la consciencia humana tiene una seria limitación. Registra las cosas a través de sus sentidos de forma parcial y jamás en su totalidad. Por eso somos incapaces de percibir la temperatura como tal. Sentimos frío o calor, pero nunca las dos cosas al mismo tiempo, tal como nos sucede con el día y la noche, la felicidad y la tristeza; el amor y el odio, lo grande y lo pequeño, lo duro y lo blando, el bien y el mal, y así podríamos enumerar casos ad infinitum.

Trasladado este concepto al campo del conocimiento y al proceso de aprendizaje, podríamos analizar ambos extremos:
Hay personas que siempre están abiertas a considerar cualquier posibilidad, antes de comprometerse con alguna opinión estable. Absorben enormes cantidades de información, la relacionan permanentemente y hacen de esto un juego especulativo interminable. Proponen un constante “abrir”, que por definición les impide echar anclas en algún lugar y bucear en las profundidades del conocimiento.

Otras, por el contrario, prefieren ir en búsqueda de “la verdad”. Y cuando creen haberla encontrado, claman a los cuatro vientos que se han topado con un principio inmutable e universal. Posteriormente optan por denostar y descartar cualquier otra información que entre en contradicción con ella, iniciando así un proceso de momificación y cristalización tendiente a preservar su “hallazgo” hasta la eternidad, para así poder transmitirlo “intacto” a todos los demás.

Hasta aquí intenté describir dos costados de una polaridad muy conocida: Relativismo Vs. Absolutismo.Y como seres polares que somos, seguramente todos nosotros hemos visitado alguno de estos extremos, sin poder resistir la tentación de enamorarnos de alguno de ellos.

¿Cuál sería entonces el punto de encuentro de esta paradoja?

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