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Una Segunda Oportunidad

Estaba allí parado, como en los últimos cinco años, cumpliendo una cita obligada con la culpa y la impotencia. No disfrutaba en lo más mínimo de la paz del lugar. Al contrario; su corazón se le disparaba a medida que esos malditos recuerdos volvían a dibujarse en su mente.


009
Cerró los ojos y volvió a verse entrando a su casa, ensimismado como siempre en los problemas del trabajo. Le extrañó mucho no oír la música punk que Camila solía escuchar en su habitación a un volumen casi ensordecedor. Era una de las pocas oportunidades en que su hija abandonaba su bunker. Seguramente estaría en la calle, compartiendo - vaya a saber qué -, con esos personajes tan bizarros y excéntricos que solían frecuentarla.

- ¡Por fin solo! - Se alegró. Cayó pesadamente sobre el sillón del living, tomó el control remoto y encendió el televisor. Hizo zapping por todos los noticieros, escuchando dos y tres veces las mismas noticias. El ritual que repetía a diario, tenía un efecto casi hipnótico. Perderse en las imágenes, lo abstraía tan siquiera por unos instantes de sus amargos pensamientos.

El abismo que existía entre padre e hija era enorme y se ahondaba cada día más. Juan no veía la hora de que ella partiera a hacer su propia vida. Le costaba fijar la vista en su rostro. Esos ojos color esmeralda, la mirada insolente enmarcada en una piel nívea que cubría sus rasgos casi perfectos y el pelo negro como el ébano. Era tan parecida a su madre... Desde que había enviudado, la imagen de su hija le recordaba lo que la vida le había arrebatado de un solo golpe.

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